sábado, 19 de abril de 2008

Alubias con tomate, habichuelas del oeste...

Este plato es fácil. Recuerdo esta forma de comer habichuelas de cuando era un nene. Mi padre, un magnífico cocinero aficionado, las preparaba. En realidad, mi padre era el ideólogo del plato pero mi madre siempre ha sido la artista de lo cotidiano.
La imaginación del plato (que no es tal) viene de las antiguas pelis cutres de Bud Spencer y Terence Hill, las de las tortas... Mi padre disfrutaba con ellas y cuando yo tenía siete u ocho años las veía con él. Eran los tiempos de los primeros videos, nosotros éramos de VHS. En concreto, un video marca Saba enorme.
A lo que iba. En una peli de esos actores, puede ser Le llamaban Trinidad o incluso Le seguían llamando Trinidad, almuerzan en una escena un cazo de habichuelas con carne picada. Seguramente, menos alubias...serían más bien frijoles, pero en fin...
Ahora también las llamamos en mi casa habichuelas locas, por las nenas.
La receta es simple. Para cuatro personas se necesita carne picada de cerdo y ternera, mitad y mitad, aunque el gusto es libre, como medio kilo entre ambas. Una cebolla. Salsa de tomate casera o de bote, que las hay muy conseguidas y para unas prisas van muy bien, (como un kilo). A nosotros nos va bien con salsa de tomate natural triturado pero a mí me gusta hacerla casera. Y pos supuesto alubias. Las que le van son blancas. Si no se usan de bote, recordad ponerlas en remojo la víspera, cuarto y mitad o medio kilo, segú comáis. Nosotros, medio kilo.
A cocinar.
En una sarten con fondo, un chorro de aceite de oliva(cuanto mejor, mejor) generoso pero no hiriente.
Pelamos la cebolla chiquita. Yo la corto por mitad y situadas en la tabla sobre la base que queda, le hago cortes paralelos a ésta, tres o cuatro, sin llegar al final de la cebolla. Después, llevando el cuchillo hasta el fondo, sujetando la cebolla para no desmembrarla, hago cortes longitudinales en horizontal a la tabla y finalmente corto en daditos, cruzando con estos últimos cortes. Así, queda menudita.
Pongo a sofreir la cebolla en el aceite. Chisporrotea cuando la echas, pero tampoco debe estar muy caliente. El punto que buscamos está entre frita y caramelizada. Lo que queremos es que quede blandita y transparente. En casa de mi madre eso se llama sorollona.
Mientras sofreimos la cebolla, sazonamos con la mano en un bol la carne picada. Para medio kilo utilizo dos puñados generosos: la sal se rectifica fácil en este plato, si pide más al probarlo, le ponemos; si está pasado, algo más líquido cuando toque.
Sorollona la cebolla y sazonada la carne, unos cinco-siete minutos, ponemos la carne en la sartén. La movemos un chispín para que se desmenuce más y se mezcle con la cebolla en la sartén. Al dorarse un poco en la mezcla que estamos haciendo, probamos para rectificar de sal. En ese momento, vertemos un vasito de vino (habitualmente blanco joven, pero yo disfruto el regusto que consigue un buen tinto). Podemos sustituir el vasito de vino por caldo o incluso por la insípida agua. Que tenga un poco de líquido es esencial porque ayuda a ablandar la carne pero el vino o el caldo cumplen esa misión y le aportan también sabor y aroma.
Finalmente, añadimos las alubias. Si son de bote, ya cocidas, adentro sin susto. En caso contrario, tendremos que haberlas cocido antes con agua y sal en una olla después del remojo de la víspera. Cocer básicamente se logra al cubrirlas con agua y sal. En una olla rápida, prefiero un puntito durete que se consigue en doce-catorce minutos. Dieciséis o dieciocho las dejan más blandas y corremos el riesgo de que se deshagan algunas. Eso no me resulta grato. De cualquier forma, aconsejo siempre invertir una cebolleta, un tomate y alguna zanahoria para darle al proceso más saborcito cuando las estemos cociendo en olla rápida. Los tiempos se multiplican por dos y más cuando la olla es convencional y no es lo mismo el gas que la vitrocerámica. La práctica da el punto, pero siempre sale bueno.
Añadidas las alubias y rehogadas un par de minutos en la sartén, se vierte la salsa de tomate. Se mezcla y se deja a fuego medio. Cuando burbujea el tomate, listo. Se deja reposar para no quemarse la lengua y a comer.
Esta receta gana con un poco de chorizo y quizás se alimenta también con una guindilla insinuada al tiempo de la cebolla, mientras la cortamos para que impregne el aceite del picante. Luego podemos retirarla o dejarla al gusto. Lo del chorizo lo suelo hacer; lo de la guindilla, no.
Hoy las hemos cocinado en casa. En total unos veinte minutos de cocina y unos cuatro euros cincuenta de presupuesto. No está mal.
Nota: Prometo regresar y cumplir el objetivo de la primera entrada lejana. El problema del tiempo no es una excusa porque me gusta cocinar, comer y contarlo. Pido disculpas. A ver si somos capaces entre todos. Y también poner imágenes.

1 comentario:

RICARDO VERA dijo...

Solo recordar que si usamos alubias pintas el tiempo de coccion ha de ser mayor, asi como a tener en cuenta la dureza del agua, distinta según la zona donde vivamos, por supuesto generoso puñado de sal en al cocción, un beso